Asunto: Re: PONENCIA SOBRE URBANISMO FORO ALTERNATIVO ----------------------------------------------------- From: foro-org@fa94.nodo50.gn.apc.org (Organizacion del Foro) Newsgroups: act.wb94 Subject: PONENCIA SOBRE URBANISMO FORO ALTERNATIVO Date: Fri, 30 Sep 94 20:04:13 CET Organization: Foro Alternativo, Madrid LA URBANIZACION QUE NO CESA Carles Dol‡ Es un fen¢meno mundial...aunque tenga montones de particularidades regionales: el crecimiento de lo urbanizado, la extensi¢n de los tent culos de las ciudades y la presencia de una cultura urbana que arrincona progresivamente los residuos agr¡colas. En 1950, a£n 20 de cada 100 personas viv¡an en ciudades, en 1990 se ha llegado a 45 de cada 100. El 83% del aumento demogr fico mundial se produce en las ciudades. Si miramos a Europa de nuevo con todas las matizaciones que sin duda ser¡a necesarias, las redes urbanas pr cticamente se han completado y el territorio, en ese sentido, se colmata. En Europa la secuencia hist¢rica de las ciudades perfectamente delimitadas por las murallas desde el medievo, a la demolici¢n de estos recintos y la ampliaci¢n de la periferia urbana a partir del siglo pasado, hasta llegar al fen¢meno urbanizador del conjunto del territorio, que abarca cuestiones como la extensi¢n de la segunda residencia, el proliferar del viario automovil¡stico o los complejos comerciales e industriales que legan a zonas de historia rural. Henri Lefevre escrib¡a que "por tejido urbano no se entiende, de manera estrecha, la parte construida de las ciudades, sino el conjunto de manifestaciones del predominio de la ciudad sobre el campo" (La r‚volution urbaine, 1970). Parad¢jicamente, la multiplicaci¢n de lo urbano va acompa¤ada del aumento del caracter enfermizo de la ciudad, de una agudizaci¢n de los problemas y del surgimiento de otros que vendr n a enturbiar las ventajas de la urbe. Una mirada breve sobre algunas partes de la ciudad europea lo atestigua. Durante siglos, las ciudades europeas, amuralladas, aparec¡an con vac¡os interiores, jardines y huertas. Se produc¡an derribos y sustituciones lentas de inmuebles, a los que habr¡a que sumar avatares locales como incendios o destrucciones b‚licas. Pero a partir de la demolici¢n de las murallas, van a surgir los suburbios, la periferia, quedando la ciudad hist¢rica la mayor¡a de las veces constituida como el centro de la urbe. As¡ la conocemos. LA CIUDAD HISTORICA Curiosamente, la ciudad hist¢rica oscila hoy entre ser expresi¢n del poder y la degradaci¢n de muchas de sus tramas edificadas. Suele albergar los edificios representativos de la Administraci¢n, las catedrales que recuerdan el poder temporal de las iglesias y, modernamente, las sedes de las mayores empresas industriales, comerciales y finacieras. Una parte de la ciudad hist¢rica frecuentemente ha tendido a convertirse en la "City" de los negocios, que se han instalado demoliendo y reedificando o, incluso, rehabilitando inmuebles hist¢ricos. Estas operaciones han hecho, a menudo, de la ciudad hist¢rica el centro de la especulaci¢n intensiva, expulsando poblaciones originarias en tristes y repetidos episodios. Los ensanches de finales del XIX y principios del XX, all¡ donde la ciudad originaria ten¡a un per¡metro peque¤o (el caso de Barcelona) han sufrido operaciones de especulaciones parecidas, pero es en las tramas urbanas m s viejas donde el fen¢meno ha sido m s peculiar. Una raz¢n son esas expulsiones y destrucciones del patrimonio arquitect¢nico, pero otra no ciudad hist¢rica que se han dejado pudrir o desmoronar por no interesar invertir en ellos y por no existir poder adquisitivo en muchos de sus habitantes. De hecho, los mal llamados barrios "bajos" han sido vecinos de las "city" en m s de una metr¢poli y, por otro lado, el patrimonio arquitect¢nico, monumental o no, cont¡nua muri‚ndose en bastantes ciudades europeas. La parte vieja, en su localizaci¢n y permanencia, continua identificando muchas ciudades, ejerce una atracci¢n sobre la ciudadan¡a, pero al mismo tiempo se degrada y constituye una especie de reserva especulativa para el capital inmobiliario deseoso de generar solares o rehabilitaciones de alto nivel. LA CIUDAD PERIFERICA Es la de la expansi¢n demogr fica y el "boom" constructivo. Con la industrializaci¢n el proletariado acudir  a las ciudades desde el mundo agrario y se generar n nuevas e inmensas barriadas, por ampliaci¢n de las existentes o por crecimiento de los municipios perif‚ricos. Pero el car cter de la periferia no es sin¢nimo siempre de calidad inferior: en ella, las clases pudientes se reservar n determinadas localizaciones que, por sus valores ambientales o tradicionales, podemos considerar mejores. Mientras se creci¢ a un ritmo lento, sus resultados cualitativos son m s satisfactorios, pero cuando las municipalidades, influidas tambi‚n por la ideolog¡a del crecimiento, son sometidas a presiones intensas para edificar, resultan incapaces de crear periferias atractivas y eficaces. Se ha podido hablar del caos y del orden del centro, una im gen exagerada pero que contiene una parte de la realidad. La historia de la ciudad perif‚rica comienza en el Londres de finales del siglo XVIII con la m s temprana industrializaci¢n. Es un episodio que, con mucho o poco retraso y m£ltiples patrticularidades, van a vivir las otras ciudades europeas. Una gran parte de la periferia significa amontonamiento, crecer en altura y extensi¢n, d‚ficit de equipamientos. Es la parte de la ciudad que queda segregada. El urbanismo del siglo XX se va a preocupar por el fen¢meno, pero a menudo con postulados inexpertos y desorientados. Los resultados aparentemente m s brillantes son los bloques de edificios rodeados de verde, una vegetaci¢n domesticada incapaz de sustituir a la naturaleza, en una configuraci¢n de tramas urbanas en las que el sentido comunitario de la ciudad ha desaparecido. La "banlieu" parisina proporciona buenos ejemplos de esto. La periferia es la ciudad del negocio de la construcci¢n por excelencia. Especuladores, propietarios, corredores, promotores, constructores, bancos e incluso, en ocasiones, servidores estatales, ejercen la especulaci¢n m s extensa. Con todas las excepciones oportunas al caso, lo que guiar  la ampliaci¢n y la edificaci¢n de las periferias nos es la calidad de la vida del ciudadano sino el negocio de la construcci¢n, produciendo resultados de una densidad obsesiva, uniformidades urbanas desalentadoras o esas tramas frecuentemente sin aliento humano. LA CIUDAD "ANGELINA" La extensi¢n del fen¢meno urbanizador hay que ligarlo a diversas realidades, entre las que destacar  el crecimiento continuo de los viarios para el veh¡culo de motor que constantemente aumenta sus revoluciones y, por consiguiente, su residencia urbana se extienda y aumente la lejan¡a de su localizaci¢n respecto a la ciudad. La segunda se transforma en primera, en  reas no necesariamente de lujo, al consolidarse todas esas posibilidades. Esta tendencia urbana es una de las m s vivas y fuertes en la Europa actual. La segunda residencia tiene sus lejanos antecedentes nobles y burgueses. El ascenso social entre las clases medias se ligar  al deseo de poseer el propio jard¡n, aunque sea de rid¡culas dimensiones como las que proporciona un adosado. La vivienda en las afueras del  rea hist¢rica de la ciudad, en una secuencia casi l¢gica, pasa a anhelarse como primera residencia. Se produce una emigraci¢n hacia su exterior, la ciudad se extiende de forma dispersa. Por supuesto, sin la generalizaci¢n y consumo del autom¢vil privado, pose¡do incluso en m s de una unidad por familia, no se podr¡a explicar esa tendencia. Hay que admitir en ella lo que pueda haber de nostalgia de una naturaleza que la ciudad tradicional no deja disfrutar, no ya por lejan¡a, sino por mala calidad ambiental, poluci¢n y asfalto obsesivo inclu¡dos. Si la hu¡da de sus aspectos desagradables puede pesar, tambi‚n lo hace la influencia del modelo de ciudad que importa la televisi¢n: Los Angeles. Hoy el modelo americano no es tanto el de los rascacielos de Nueva York o Chicago como el de la ciudad "angelina", con su extensi¢n en casas unifamiliares. Se desconoce que la condici¢n de esa ciudad implica el uso masivo, en cantidad y tiempo, del autom¢vil privado que, entre otras cosas, produce una contaminaci¢n abusiva y enfermedades nuevas. La televisi¢n, como reducto de la "vida", ha facilitado tambi‚n que para mucha gente la ciudad tradicional no sea necesaria. En fin, la compra de parcelas y chalets supone, en muchas ocasiones, un deseo de inversi¢n con  nimo de peque¤o especulador inmediato o futuro. La ciudad "angelina" aplicada aqu¡ supondr  la diluci¢n de todo l¡mite entre la ciudad y el campo (completamente alejada de la Edad Media, cuando las urbes estaban cerradas y opuestas a su exterior). Pero no viene a desarrollar precisamente la tradici¢n de la comunidad rural, sino a agudizar el individualismo y la autosuficiencia de la c‚lula y la vivienda familiares. Dependientes de una extensi¢n incesante de las redes viarias, que pretenden tambi‚n facilitar el desarrollo de las grandes superficies comerciales y las ubicaciones industriales, en realidad se consuma una colonizaci¢n del campo. La transformaci¢n sin criterio del medio natural, en unas intervenciones que no tienen nada que ver con el desarrollo agr¡cola que en el pasado ampli¢ cultivos y cambi¢ paisajes, es otra de las consecuencias de esta tendencia urbana. Tambi‚n es explicable su contribuci¢n al derroche energ‚tico. ALGUNOS PROBLEMAS El panorama urbano, muy sucintamente descrito aqu¡, conduce a algunos resultados muy probl‚maticos. La ciudad ya no se reduce a sus l¡mites hist¢ricos, ni siquiera a los propios de un crecimiento cuantitativo. La urbanizaci¢n aspira a convertirse en un fen¢meno totalizador, cuyas consecuencias nada m s parecen vislumbrarse. 1. La ciudad tiende a perder su sentido como comunidad. La cuesti¢n es civilizatoria pero la orientaci¢n de los fen¢menos ciudad "angelina" suprime los contactos ¡ntimos que generaba la urbe cl sica, el caos de la periferia y la degradaci¢n de las tramas hist¢ricas han erosionado tambi‚n la vida comunitaria, aunque esta persiste en realidades obstinadas que suelen tener m s que ver con la sociolog¡a y la lucha popular que con el urbanismo. La urbanizaci¢n es expansi¢n capitalista sobre el territorio y en ella no entran por las buenas consideraciones de vida colectiva. Incluso refleja desigualdades y jerarquizaciones sociales. 2. La ciudad deviene un problema de derroche energ‚tico y de poluci¢n. No solamente por el el transporte, tambi‚n por esa tendencia a la casa unifamiliar obligada a la autarqu¡a. La circulaci¢n viaria autotransportada ha mejorado una parte de las posibilidades de comunicaci¢n pero ha empeorado otras: la calle de jugar de encuentros ha pasado a calzada de tr fico. La ciudad del primer mundo hace una contribuci¢n decisiva a la contaminaci¢n del planeta. 3. La relaci¢n de ¢smosis entre urbanizaci¢n y naturaleza se est  transmutando en un parasitismo. Para el urbanismo todo el territorio es suelo planificable, aunque luego protega reductos m s o menos amplios de vegetaci¢n. Las tendencias apuntan a una urbanizaci¢n completa, a la extensi¢n de redes viarias a veces sin argumnetoa a considerar que, en mayor o menor envergadura, todo paraje podr¡a acoger edificaci¢n. 4. La ciudad, tan necesaria como base de vida, es fundamentalmente banco de negocios y sujeto del productivismo que caracteriza la econom¡a. Viario, edificaciones y obras p£blicas son partes de esta orientaci¢n productivista que, por otro lado, mantiene abundantes casas vacias e inmuebles por rehabilitar. Se despilfarra suelo, edificios y parajes naturales. Hay espacios que se convierten en bienes escasos, como por ejemplo las costas v¡rgenes sometidas a un incesante proceso de ocupaci¢n cuantitativa, o huertas y antiguos bosques que rodean determinadas ciudades y que son hechos desaparecer. La especulaci¢n, extensiva o intensiva, no respeta espacios, cada parte de la ciudad la padece singularmente. El productivismo urbanizador es, pues, un subapartado de un problema m s general. La incidencia negativa de todo ello en la vida biol¢gica y en el disfrute del paisaje natural y de la est‚tica arquitect¢nica ser¡a otro tema. La ciudad es para el capital un valor de cambio y as¡ nos van las cosas.